Biografía de Los Prisioneros
Los Prisioneros fue una banda de rock chilena que
se formó en Santiago de Chile, Chile, en 1979. Sus integrantes
originales fueron Jorge González, quien se encargaba de la voz, el
bajo y la composición principal; Claudio Narea, responsable de la
guitarra, la voz y los coros; y Miguel Tapia, en la batería, la voz
y los coros. La banda se hizo conocida por sus canciones llenas de
contenido y crítica social, las cuales sirvieron de inspiración
para despertar a una generación oprimida por la dictadura militar
en Chile. Sus letras abordaban temas políticos y sociales,
convirtiéndose en un símbolo de resistencia y lucha contra el
régimen de Augusto Pinochet. Debido a su postura, la banda enfrentó
censura en los principales medios de comunicación, situación que
duró hasta principios de los años 1990.
En su primera etapa, Los Prisioneros lanzaron cuatro álbumes. Tres
de estos álbumes fueron incluidos en la lista de los 50 mejores
discos chilenos de la historia, publicada por la versión chilena de
la revista Rolling Stone. Durante su segundo período, la banda
logró ventas significativas: vendieron más de 800 mil unidades
certificadas, alcanzaron más de 40 discos de platino en Chile y
vendieron alrededor de un millón de discos en el extranjero.
Tras un tiempo en el que sus miembros originales siguieron carreras
solistas y participaron en diversos proyectos, ninguno con la
repercusión que tuvieron como trío, en 2001 Los Prisioneros se
reunieron nuevamente. Para ello, ofrecieron dos conciertos en el
Estadio Nacional que congregaron a más de 140,000 asistentes en
total. Este reencuentro fue un evento importante para sus
seguidores y marcó un momento de nostalgia y reafirmación de su
legado musical.
A pesar de haberse separado hace casi dos décadas, las canciones de
Los Prisioneros permanecen vigentes y siguen siendo relevantes en
la actualidad. Uno de sus temas emblemáticos,
"El baile de los
que sobran", se ha convertido en un símbolo de lucha contra la
desigualdad social. Esta canción ha sido interpretada en diversas
manifestaciones, como el movimiento estudiantil de 2011 y el
estallido social en Chile. Además, su influencia trasciende las
fronteras de Chile, siendo cantada en países como Perú, Colombia,
Argentina y México, consolidando así su legado como una banda que
marcó historia y continúa inspirando a nuevas generaciones.
Significado del nombre
El significado del nombre evolucionó a lo largo del tiempo.
Comenzaron siendo conocidos como Los Vinchukas y más tarde
consideraron llamarse Los Criminales. Sin embargo, fue Tapia quien
propuso finalmente el nombre de Los Prisioneros, el cual quedó como
definitivo. Este título fue registrado oficialmente por él el 19 de
diciembre de 1986 como una marca asociada a su actividad musical.
Su primer debut utilizando esta nueva identidad se llevó a cabo el
1 de julio de 1983 en el instituto Miguel León Prado.
Inicios de Los Prisioneros en la Música
En marzo de 1979, Jorge González, Miguel Tapia, ambos de catorce
años; y Claudio Narea, de trece, se conocieron cursando el primer
año de enseñanza media en el Liceo 6 de San Miguel, en Santiago de
Chile. González y Narea compartían admiración por Kiss, lo que dio
inicio a una amistad basada en esa afinidad. Un año después, en
1980, junto con Álvaro y Rodrigo Beltrán, fundaron Los
Pseudopillos, un cuarteto vocal dedicado a crear canciones
humorísticas grabadas con percusión improvisada a partir de objetos
caseros. El nombre surgió durante una clase de biología cuando su
profesora mencionó la palabra "pseudópodo".
Al mismo tiempo, González y Tapia habían gestado un proyecto
musical más ambicioso: aspiraban a alcanzar la fama de The Beatles.
Inspirados por la idea de una dupla al estilo Lennon-McCartney
-aunque con el malentendido de que cada uno componía por separado-,
Tapia escribía las letras mientras González se encargaba de la
música, aunque este último finalmente asumió también la escritura
lírica. En este contexto, Tapia llamaba a
The Beatles como
"Los
Escarabajos", lo que llevó a Narea a nombrar su grupo Los
Vinchukas, en alusión a un insecto mencionado en sus clases. Más
tarde, Narea fue invitado oficialmente a formar parte de la banda,
seguido por Álvaro Beltrán. La agrupación logró obtener una batería
de segunda mano que anteriormente había pertenecido a un grupo de
cumbia.
El cuarteto debutó el 14 de agosto de 1982 en su liceo y, dos meses
después, se presentó en el Liceo 1 de Niñas. Sin embargo, hacia el
final del año escolar, surgieron tensiones dentro del grupo que
ocasionaron la disolución tanto de Los Vinchukas como de Los
Pseudopillos.
Con el inicio del ciclo universitario y su enfoque en la
profesionalización musical, la historia del grupo tomó un nuevo
rumbo. Tres meses después de la separación, Narea volvió al
proyecto mientras Álvaro decidió apartarse. Convertidos ahora en un
trío, los integrantes acordaron darle un nombre más serio y sólido
a la banda. Inicialmente barajaron "Los Criminales", pero
finalmente adoptaron "Los Prisioneros", sugerido por Tapia. Fue
este último quien registró el nombre oficialmente el 19 de
diciembre de 1986 como marca con giro musical.
Paralelamente, en marzo de 1983, González comenzó sus estudios en
la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, donde conoció a
figuras como Igor Rodríguez (futuro integrante de Aparato Raro) y
Robert Rodríguez (quien más tarde formaría parte de Banda 69).
También allí conoció a Carlos Fonseca, con quien desarrolló una
rápida amistad.
Fonseca lo invitó
a su tienda de discos Fusión, espacio que se convirtió en un punto
neurálgico para compartir música. Poco después, González abandonó
la carrera para dedicar toda su energía al grupo, mientras Fonseca
también dejó temporalmente su programa en Radio Beethoven para
enfocarse en su tienda.
Fonseca, impresionado por unos demos caseros que González había
grabado con un radio-casete en su casa —incluyendo un tema en vivo—
le propuso regrabarlos para un especial radial de fin de año sobre
artistas chilenos emergentes. Al conocer a la banda completa,
sugirió cambiar a Narea debido a sus limitaciones como guitarrista,
pero González y Tapia rechazaron la idea, reafirmando que los tres
eran los pilares esenciales de Los Prisioneros.
Género musical
Los Prisioneros es una icónica banda de rock chileno que surge en
la década de los 80. Su propuesta musical se caracteriza por
fusionar géneros como el rock, el new wave y el synth pop, marcando
un estilo único que los hizo destacar en la escena latinoamericana.
Su música mezcla melodías pegajosas con ritmos que oscilan entre lo
bailable y lo reflexivo, lo que les permitió alcanzar una gran
popularidad en su país de origen y más allá. Además, sus
composiciones se caracterizan por su sencillez instrumental, dando
protagonismo a la voz y a los mensajes claros y contundentes.
En cuanto a las letras, estas fueron un elemento crucial en su
éxito. Los Prisioneros abordaron temas como la desigualdad social,
el consumismo, la opresión política y el desencanto generacional.
Canciones como
"El Baile de los que Sobran" y
"Porqué
no se Van" se convirtieron en himnos para aquellos que
buscaban expresar su inconformidad frente a las estructuras
sociales de la época.
Trayectoria y Legado
En noviembre de 1983, Los Prisioneros comenzaron a grabar sus
primeros demos en un estudio amateur que fue montado por Fonseca en
el segundo piso de Fusión. Este fue un paso inicial importante para
la banda, ya que les permitió experimentar y consolidar su sonido.
Al mes siguiente, en diciembre, Fonseca presentó en su programa
radial "La voz de los '80" y "Brigada de negro", dándole mayor
difusión y reconocimiento a su música. Además, en ese período,
habló favorablemente del grupo en la revista Wikén, suplemento de
El Mercurio, destacando su potencial en un especial dedicado a la
música de los ochenta.
En abril de 1984, Fonseca escribió un artículo sobre Los
Prisioneros en la revista Mundo Diners Club, bajo el seudónimo de
Alberto Velazco. Este reconocimiento en medios escritos ayudó a
fortalecer la imagen del grupo y a posicionarlos en la escena
musical chilena. La banda, por su parte, continuaba trabajando en
su sonido y en la consolidación de su identidad artística, con la
esperanza de llegar a un público más amplio.
El 13 de diciembre de 1984, Los Prisioneros lanzaron su primer
álbum titulado La voz de los '80, bajo el sello independiente
Fusión. Todos los temas del disco fueron escritos, compuestos y
cantados por Jorge González, con la excepción de
"¿Quién mató a
Marilyn?", que fue escrito y cantado por Claudio Tapia.
González produjo el álbum, acreditando su producción a nombre de la
banda, lo que reflejaba un esfuerzo colectivo y una visión
unificada. La primera tirada fue de apenas mil copias, las cuales
se agotaron en solo seis meses, demostrando el impacto que
comenzaba a tener su música en el público chileno.
A mediados de 1985, Fonseca logró gestionar un contrato
discográfico con EMI, lo que permitió que el álbum fuera lanzado en
todo Chile. La repercusión fue significativa, vendiendo más de 100
mil copias. Sin embargo, en los medios tradicionales, la difusión
fue limitada; solo algunas radios como Radio Galaxia le dieron
espacio y las intervenciones televisivas en programas como Sábados
Gigantes, Canal 11, y en la sexta edición de la Teletón,
contribuyeron a su crecimiento. En ese contexto, la banda enfrentó
su primera censura en televisión. Mientras interpretaban
"La
voz de los '80", Televisión Nacional de Chile, controlada por
la dictadura militar, sacó la señal del aire. Según Narea, los
militares consideraron que Los Prisioneros podían ser peligrosos
para la estabilidad del régimen de Augusto Pinochet.
La canción
"Sexo", aunque tuvo mejor acogida en las
radios, no logró posicionarse en los primeros lugares de las listas
musicales chilenas, según la revista Vea. La televisión, en cambio,
prohibió la canción por su título, a pesar de que en realidad era
una crítica a la banalización del cuerpo y la superficialidad. Esto
generó molestia en González, quien se sintió frustrado porque
estaban promocionando
"Sexo" como segundo sencillo del
álbum, y al no permitirles tocarla en el estudio de Martes 13, la
banda se enemistó con la estación televisiva Universidad
Católica.
El periodista Freddy Stock, en la revista Rolling Stone, calificó a
La voz de los '80 como el disco más importante del rock chileno.
Afirmó que era el "primer álbum en la historia musical local en
mezclar la ruptura social con la fuerza del rock". Stock agregó que
cada canción reflejaba resentimiento y que el álbum en su conjunto
era agnóstico, desconfiado, simple, directo e irónico. La crítica
destacó que el disco llamaba a no seguir a un líder ni creer en la
representatividad en tiempos de dictadura, y que disparaba contra
diversos aspectos de la cultura de masas, el amor, las tribus
juveniles, el hedonismo machista y los personajes acomodados,
demostrando una postura de rebeldía y denuncia social.
Bajo el estado de sitio tras el atentado contra Pinochet, el 15 de
septiembre de 1986, la banda lanzó su segundo álbum, Pateando
piedras. Este trabajo se caracterizó por un sonido más sintético y
elaborado, con el uso abundante de teclados, sintetizadores,
secuenciadores, samplers y baterías eléctricas. Narea, en su
autobiografía, señaló que siete de los temas no tenían bajo
tradicional, sino bajo teclado, y que todas las baterías estaban
programadas, incluso en algunos temas no participaron con guitarra,
lo que generó desavenencias musicales con González. Además, Narea
no se sentía cómodo con la nueva forma de trabajar, ya que solo
grababa las guitarras y se iba con su novia Claudia Carvajal,
dejando algunos temas sin su participación.
De este álbum surgieron temas emblemáticos como
"Muevan las
industrias", sobre la cesantía;
"¿Por qué no se van?"
dedicado a los artistas esnob; y
"El baile de los que
sobran", sobre la desigualdad en la educación, considerado uno
de los himnos de la música popular chilena de los ochenta y
resonante en toda América Latina. Fabio Salas Zúñiga afirmó que
Pateando piedras era un alegato sobre la juventud marginada por la
política económica de la dictadura y una reivindicación de clase.
La canción
"El baile de los que sobran", junto con otras
como
"Sucio policía" de Narcosis y
"La gente del
futuro" de Miguel Cantilo, se convirtieron en testimonios de
libertad en una época de oscuridad social.
Patricio Urzúa, en Rolling Stone, destacó el innovador uso del
sonido electrónico en temas como
"Estar solo" y
"El
baile de los que sobran", señalando que en ciertos círculos la
banda fue comparada con Depeche Mode. A pesar de que algunos
seguidores se alejaron por el cambio de estilo, el álbum vendió
cinco mil copias en los primeros diez días, estableciendo un récord
para un grupo juvenil en Chile. A los dos meses de su lanzamiento,
alcanzó las 20 mil copias vendidas, certificándose con un segundo
disco de platino, algo nunca antes logrado por un artista de la
Nueva Ola en Chile. En noviembre, realizaron dos conciertos en el
Estadio Chile, llenándolo con más de 11 mil personas en cada uno,
rompiendo récords de asistencia.
Ese mismo mes, participaron en el Festival Internacional de
Montevideo Rock en Uruguay, aunque posteriormente sus álbumes
pasaron desapercibidos en ese país. En diciembre, actuaron en el
programa infantil Patio Plum en un episodio titulado
"Los
amigos rockeros", una presentación importante dado que, pese a
su popularidad, estaban casi vetados en la televisión chilena. En
febrero de 1987, fueron excluidos del Festival de Viña del Mar, a
pesar de ser considerados el grupo más popular en Chile. En esa
edición,
Soda Stereo, con
igual popularidad, tuvo acceso a medios que censuraban a Los
Prisioneros, lo que generó burlas y críticas hacia ellos en
conciertos y entrevistas, incluso llegando a decir que
"Soda
Stereo es el rock que le encanta a Pinochet".
La banda viajó a Argentina para participar en el Festival Chateau
Rock en Córdoba y en el Festival Pepsi en Buenos Aires. Narea
comentó que en estos shows el público casi no los aceptó, y la
prensa argentina los cuestionó por su "localismo" y por la
percepción de que su presencia respondía a intereses políticos o
ideológicos. En contraste, en Perú lograron un éxito rotundo: tres
de sus canciones estuvieron en los primeros lugares de las listas,
con
"El baile de los que sobran" permaneciendo en el
primer puesto por más de seis semanas. En septiembre, tocaron ante
14 mil personas en Lima y en Ecuador tuvieron actuaciones
similares, incluyendo un concierto gratuito en Guayaquil y su
aparición en televisión en Quito.
En octubre de 1987, comenzaron a grabar su tercer disco, La cultura
de la basura. Por primera vez, Narea y Tapia fueron también
compositores, aportando cuatro canciones:
"Somos sólo ruido",
"Algo tan moderno", "El vals" y
"Lo estamos pasando muy
bien", todas incluidas en el álbum. Cuando salió en diciembre,
ya había vendido más de 10 mil copias, pero no fue del agrado de
los seguidores. Pese a haber recibido doble disco de platino, la
prensa consideró que fue su primer fracaso artístico y comercial.
Fonseca culpó a Narea y Tapia por ello, alegando que González tomó
la composición con relajación. Sin embargo, González negó que fuera
un fracaso, defendiendo la calidad del disco, aunque admitió que
representó un punto bajo en su carrera.
Este álbum marcó el debut como vocalista principal de Narea en
canciones como
"Lo estamos pasando muy bien" y
"El
vals". La producción fue más sucia y menos pulida, debido a
que Alejandro Lyon, quien había trabajado en los discos anteriores,
decidió no continuar y dejó en manos de un ayudante novato el
sonido final. En 1988, lanzaron en Perú, Ecuador y Colombia un
recopilatorio titulado simplemente Los Prisioneros, que incluía
temas regrabados y remixes, y sirvió de impulso para realizar una
edición latinoamericana de La cultura de la basura, con temas
remezclados y una nueva canción,
"We are sudamerican
rockers".
En marzo de 1988, anunciaron la gira La cultura de la basura, que
iba a recorrer Chile y posteriormente Sudamérica y México. Sin
embargo, la dictadura militar en Chile les impidió realizar la
mayoría de los conciertos programados, restringiéndolos a eventos
particulares. La banda realizó solo siete presentaciones en Chile y
actuó en varias concentraciones a favor del "no" en el plebiscito
de 1988, a riesgo de amenazas y hostigamiento por parte de la CNI,
que incluso los acusó de ser opositores peligrosos. Después del
plebiscito, participaron en el concierto global Human Rights Now!
en Mendoza, junto a figuras internacionales como Sting y Bruce
Springsteen, donde los chilenos presentes alzaron banderas de
rechazo a Pinochet y su régimen.
Pese a su popularidad, Los Prisioneros enfrentaron dificultades
económicas por la mala venta de su disco La cultura de la basura y
la caída del mercado del pop en Chile. En 1988, participaron en el
Concierto de Conciertos en Bogotá, donde fueron recibidos con
entusiasmo y lograron abrirse camino en el mercado colombiano,
incluso con el éxito de
"Pa pa pa". En 1989, llegaron a
México, pero Narea enfermó de hepatitis, lo que obligó a cancelar
varias fechas. La tensión interna aumentó, especialmente por la
relación extramarital de González con Claudia Carvajal, esposa de
Narea, lo que derivó en una creciente hostilidad entre los
miembros.
González aprovechó ese año para componer nuevas canciones
inspiradas en estos conflictos y en su uso de drogas. En agosto de
1988, Narea actuó por última vez con Los Prisioneros hasta su
reunión en 2001. En 1989, lograron grabar en Los Ángeles su cuarto
álbum, Corazones, producido por Gustavo Santaolalla. Este trabajo
fue muy distinto en sonido y temática, con un enfoque más
introspectivo y melodramático. El disco fue muy bien recibido,
vendiendo rápidamente en Chile y en otros países de Latinoamérica y
Estados Unidos, consolidándose a la banda como un referente del
rock en español.
Tras la partida de Narea en 1990, González empezó a explorar un
sonido más pop y synth pop en su proyecto solista. La banda
continuó con nuevos integrantes, incluyendo a Cecilia Aguayo, quien
reemplazó a Narea. En 1991, lanzaron el álbum Manzana, con un
sonido más roquero y colaboraciones variadas, aunque no logró el
mismo impacto comercial. La formación cambió varias veces, y en
1992, tras una serie de conciertos y grabaciones, decidieron
disolverse definitivamente.
Desde entonces, los miembros de Los Prisioneros han llevado
carreras paralelas, con reencuentros esporádicos y proyectos
individuales. Narea y Tapia formaron nuevas bandas, mientras
González se centró en su carrera solista y en la gestión de
derechos del catálogo. En 2001, la banda se reunió para celebrar su
historia con dos conciertos en el Estadio Nacional, logrando llenar
el recinto y consolidando su legado en la historia del rock
latinoamericano. Sin embargo, las tensiones internas y las
diferencias artísticas continuaron, limitando nuevas reuniones
oficiales.
En los años siguientes, hubo varias intentonas de reunir al grupo
completo, pero no materializaron una reunión definitiva. La muerte
de Fonseca en 2023 dejó un vacío en la historia de Los Prisioneros,
reconociendo su papel fundamental en el éxito y la influencia del
grupo en la música chilena y latinoamericana. La historia de Los
Prisioneros continúa siendo un ejemplo de resistencia, denuncia
social y transformación musical en un contexto complejo y
desafiante.
Integrantes
Jorge González – voz, bajo, guitarra, teclado (1983-1992,
2001-2006)
Claudio Narea – guitarra, teclado, coros (1983-1990, 2001-2003)
Miguel Tapia – batería, teclado, voz (1983-1992, 2001-2006)
Cecilia Aguayo – teclado, pandero, coros (1990-1992, apoyo en
vivo)
Robert Rodríguez – bajo, guitarra, teclado, coros (1990-1992, apoyo
en vivo)
Sergio Coti Badilla – teclado, guitarra (2003, apoyo en vivo;
2004-2006)
Álvaro Henríquez – guitarra, coros (2003, apoyo en vivo)
Gonzalo Yáñez – guitarra, coros (2004-2005)
Los Prisioneros fueron una banda fundamental en la historia del
rock chileno y latinoamericano, destacándose por su potente mensaje
social y político, así como por su innovador estilo musical. A
través de sus letras, denunciaron las injusticias, la represión y
las desigualdades de su tiempo, convirtiéndose en un símbolo de
resistencia y conciencia social durante la dictadura militar en
Chile. Su influencia perdura hasta hoy, inspirando a generaciones
con su compromiso y autenticidad musical.